sábado, 22 de julio de 2017

INTERLOCUCIÓN SOBRE VENEZUELA, REFLEXIONES DESDE ADENTRO. 

ÁLVARO MÁRQUEZ-FERNÁNDEZ, Ph.D.
Profesor Universidad del Zulia
Director Revista Utopía y Praxis Latinoamericana
Participante en el proyecto Sociedad GlobAL Gramsci


                                                     Aun entre quienes vivimos en cuerpo presente en Venezuela poder hacer un intento por interpretar su actual crisis política, requiere matizar los diversos escenarios y sus pugnas de poder. Entra en juego más de una perspectiva casi siempre ambigua por el peso de las propias ideologías. Entre la letra y su espíritu, y las prácticas y sus acciones, distan mediaciones casi infranqueables. Son muchas las aporías e inconsistencias teóricos-prácticas.

 Lo único claro es que en el orden de la tolerancia y la sostenibilidad de la hegemonía, quien(es) ejecuta(n) las fórmulas alquimistas del poder, es decir, la pretensión de una izquierda donde el socialismo es la totalidad; y desde la derecha, que no cesa de declarar, por el contrario, el liberalismo inclusivo. 

Ambas tendencias tienen un interés confeso en el beneficio que porta el dividendo electoral que haga viable la rentabilidad del partido. Apenas señalamos esto, para caracterizar en dos polos extremos irreconciliables en la práctica. Son modelos o formas de comprender y ejercer el poder a través de un sistema democrático cuya elasticidad representativa o participativa, ya pierde su vigencia. Toda vez que la democracia en manos de las recurrentes élites o grupos dominantes, pierde en el tiempo su capacidad de respuesta para satisfacer las necesidades del pueblo.

Algunos factores como parte del fenómeno de la crisis

En primera instancia:  se observa, al correr el telón, un gobierno desgastado por la corrupción que han minado y diezmado el cuerpo normativo de la Constitución, a través de sus diversos poderes públicos. La causa motriz de esta realidad es constatable desde hace años: la centralización por parte del estado de la renta petrolera, que le permitió a Chávez solventar cualquier tipo de déficit de la revolución gracias a la plusvalía del petróleo.

En segunda instancia: el desarrollo corporativo de una agenda de micro poderes que en su alianza con las élites gubernamentales del Estado, estilizado con un lenguaje populista del estado presentido como comuna social, generó una excesiva discrecionalidad personal que agotó en poco tiempo la permisiva pirámide de una institucionalidad en manos de quienes se sirvieron del poder y de las intermediaciones que regulan las tomas de decisiones. 

Es decir, se planta el autoritarismo de clase gubernamental sobre cualquier tipo de acción legislativa que emanara de la Asamblea Nacional Constituyente. El acceso de la oposición a la ANC a través de elecciones populares y públicas, generó un conflicto de poderes entre los sectores jerárquicos de la dirigencia política del PSUV y la membresía de la MUD.

En tercera instancia: la lectura doctrinaria en clave socialista de la Constitución Bolivariana de Venezuela y su correlación con el  discurso populista que regenta la opinión pública, a la vez que adscribe algunos sectores populares subalternos a la doctrina con la que el chavismo ha pontificado el poder popular a través de sus representantes gubernamentales, entre éstos la fiscalía y el defensor del pueblo. 

Las prácticas de regencia pública para galvanizar la hegemonía donde también el Tribunal Supremo de Justicia, entró en el juego de la discrecionalidad y la alianza de poderes con la clase gobernante, ha terminado por desvirtuar la rectitud de la norma y la inevitable sospecha acerca de la aplicación de la parcialidad de la Justicia.

En cuarta instancia: los desafueros del gobierno, en materia económica, ha llevado al desmantelamiento de la sociedad civil a causa de una excesiva permisibilidad que favorece la multiplicación de los mercados negros consecuencia del desabastecimiento en todos los renglones del consumo ordinario. 

Si bien la llamada “guerra económica” es una fabricación del imaginario político que sirve como explicación de la realidad, no obstante, es un hecho palmario que las políticas de expropiación de las plantas productoras de alimentos, etc., de los empresarios privados, no ha llenado las expectativas del consumo masivo.  La oposición no ha dejado de aprovechar estas sensibles fallas estructurales que terminan afectando directamente las condiciones básicas que deben garantizar la calidad de vida del pueblo.  

La experiencia ha demostrado que el gobierno ha tenido que regresar a prácticas populista clientelares (programas aleatorios de asistencia social) para poder sostener algún nivel de legitimidad y de aceptación pública. La MUD ha intentado desde la constitucionalidad que le otorga la ANC de activar los propios mecanismos formales de disidencia pública que garantiza el Estado, a los efectos de dirimir y bajar la presión de las conflictividades inherentes al derecho de la protesta, en especial, la huelga y la exigencia del referéndum revocatorio y/o consultivo.  

El Estado ha concentrado todo su poder en los poderes públicos que directamente forman parte de la administración del orden público bajo su égida, y sistemáticamente le ha cerrado el paso a la ANC para que active estos procesos de deliberación pública. Primero, por medio de la "operación morrocoy" que implica dilatar en el tiempo hasta su vencimiento los periodos legales que deben dar su aprobación.  Igual sucedió con la “mesa de diálogo” que después de un “tira y encoje”, el gobierno en ningún momento generó respuestas que permitieran destrancar los procesos litigiosos.

En quinta instancia: entre gobierno y oposición se ha venido concretando una “guerra de posiciones” considerada como el thelos de la política. Lo que ha dado como resultado un campo minado por causa de las crisis características de un capitalismo de Estado que solamente se declara en oposición a los poderes económicos de la clase tradicional oligárquica, ideologizando las tesis del socialismo del S.XXI. 

En la realidad de facto, la membresía de casta del PSUV ha amasado grandísimas fortunas al margen de un auténtico compromiso con las demandas sociales de toda la población, tanto oficialista como opositora.

Estas son algunas de las perspectivas en curso para mirar por dentro y por fuera la crisis venezolana, y quizás luego generar el nivel formal de las teorizaciones. Lo indiscutible es que el gobierno del chavismo y madurismo, no ha logrado sincronizar un proyecto político capaz de insertarse en una sociedad civil que ha sido relegada de uno u otro modo del desarrollo de un estado descentralizado donde efectivamente la fuerza del constituyente que es el pueblo no pierda su soberanía y autonomía.


Otras instancias de análisis son permanentemente recurrentes, así v.gr, las formas de violencia verbal, institucional, regulación autoritaria de medios de comunicación social, los sesgos en la construcción del diálogo político y ciudadano, etc. Las que exigen, por supuesto, una cadena de análisis posteriores.

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