jueves, 1 de febrero de 2018

SOCIALISMO vs POPULISMO – Capítulo IV
REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA SOCIAL: COSTOS Y FINANCIACIÓN.

LUIS MEJÍA, Ph.D. en Economía
Índice:

        1. Redistribución en la historia
        a. Impuestos como mecanismos de redistribución

        2. Populismo distributivo y gasto social
        a. Financiación del gasto social
        b. Populismos y costos del gasto social

        3. Límites a la redistribución de la riqueza social
        a. La escasez de recursos
        b. La planeación del gasto social

        4. Lo esperado y lo inesperado en planes y programas
        a. La falacia de los planes
        b. El azar en los planes

Este es el cuarto capítulo de la colaboración que estamos desarrollando el Profesor Miguel Herrera Zgaib, Universidad Nacional de Colombia – Bogotá, y yo sobre el tópico Socialismo y Populismo.

En este capítulo hablaremos de la redistribución de la riqueza social, la manera de lograrlo, sus límites y los costos en que se incurre. Introducimos una reflexión sobre lo predecible e impredecible en los planes de redistribución.
Conviene advertir al lector que este es un trabajo en desarrollo. Ahora, como antes, invitamos a nuestros lectores a participar con sus sugerencias, críticas y adiciones.

1. Redistribución en la historia

En la historia de la humanidad la riqueza se ha distribuido y redistribuido por medios pacíficos y violentos, por vías de hecho y de derecho[i].
Saqueos en medio de disturbios populares son maneras violentas de redistribuir riqueza, pero no tienen efecto permanente en las finanzas de los saqueadores; los saqueados, por su parte, pueden sufrir pérdidas considerables, especialmente si no tienen seguros que los protejan.

De consecuencias más permanentes son las revoluciones. También las guerras acompañadas de saqueo sistemático. Por ejemplo, las invasiones armadas de un país a otro que terminan con indemnizaciones pagaderas a la parte victoriosa por parte de los derrotados.

Se encuentran también las bestiales guerras de represalia, las guerras civiles para destruir o someter a minorías sociales o para desplazar a los habitantes de territorios económica o estratégicamente valiosos. De las que Colombia es un doloroso y recurrente ejemplo.

Pero también hay redistribución pacífica de la riqueza, lo cual se logra por medio de reformas agrarias o urbanas, impuestos progresivos, incrementos del gasto social, negociaciones obrero-patronales de salarios y condiciones de trabajo o reformas socialistas del sistema de producción.
[Ver ejemplos en el Apéndice a este capítulo]

a. Impuestos como mecanismos de redistribución

Los impuestos pueden servir también para redistribuir la riqueza. Esta es una función que tienen los impuestos diferente de la de mantener el poder organizado de los gobernantes.

Así, tarifas proporcionalmente más altas para los relativamente más ricos -que lo pueden ser de manera exorbitante- limitan el poder de estos y generan recursos para subsidiar el consumo de los relativamente más pobres y las obras de infraestructura que estos usan. Tanto el consumo como la infraestructura subsidiados son importantes para el bienestar de quienes generalmente viven y/o sobreviven de su trabajo directo, material o inmaterial, manual o intelectual.
Algunos conservadores de extrema se oponen a esto en principio. El actual presidente de los Estados Unidos y su partido de gobierno dan ejemplo de esta actitud.

En su opinión los impuestos [1] limitan la iniciativa privada, [2] subvierten el orden impuesto por la naturaleza que le da a unos las condiciones para ser más ricos que otros y [3] son un desconocimiento al derecho de propiedad.

Esos conservadores son indiferentes a la realidad histórica del capitalismo: los pobres librados a sus propios recursos no tienen con qué pagar los servicios, mercancías e infraestructura que mantienen vivos los negocios y los mercados y que hacen ricos a sus dueños.

Además, desde un punto de vista práctico hay que reconocer que una buena porción de los impuestos regresa a la clase alta -con un efecto multiplicador- por la vía de los altos salarios pagados a sus delegados en el gobierno y de los contratos de obras, suministros y servicios con el estado.

El ejemplo más notorio es la industria de armamentos de los Estados Unidos; aunque es de propiedad privada no sobreviviría sin las compras -usualmente a sobreprecio- del estado.

Los impuestos también sirven para ayudar a acumular la riqueza en pocas manos. Por ejemplo, los impuestos regresivos ponen la carga de sostener los gastos del estado sobre los hombros de las clases media y obrera. Esto tiene el efecto de congelar o reducir la tasa de crecimiento de su capital y de sus ingresos y de limitar de modo artificial su capacidad de compra[ii].

Por otra parte, los impuestos regresivos dejan intacta –o la afectan solo marginalmente- la tasa de crecimiento del patrimonio y de los ingresos de las clases altas pues estas quedan excusadas de contribuir proporcionalmente a los gastos sociales comunes.

El efecto favorable que puede tener el régimen de impuestos en la riqueza de las clases altas es reforzado por prácticas discriminatorias en su colección. La tolerancia –expresa o tácita- de la evasión fiscal se manifiesta, por ejemplo, en:
- demoras y olvidos en el cobro de impuestos,

- fallas en la auditoria de las declaraciones de ingresos y patrimonio,
- fraude en el cálculo y cobro de impuestos,

- negligencia en la persecución de paraísos fiscales.

La evasión de impuestos consolida el poder económico y político de los más ricos y al mismo tiempo debilita el de las clases medias y bajas; de contera, reduce la capacidad del estado para financiar el gasto social, debilitando así su función redistributiva[iii].

2. Populismo distributivo y gasto social

El populismo distributivo se enfoca en repartir la riqueza social acumulada en las arcas del estado y en manos privadas.
Esta redistribución ocurre de varias maneras:
1] incrementando los gastos sociales a través de tres canales:
a] La prestación de servicios públicos gratis o a bajo costo (ej., agua potable, electricidad, recolección de basuras, desagües de aguas negras),
b] Los subsidios directos o indirectos al consumo de bienes y servicios necesarios para mejorar la calidad de vida de las clases bajas (ej., combustibles, educación, salud, vivienda, medios de transporte y comunicación, alimentos de primera necesidad, comidas escolares),
c] El aumento en el número de empleados de las agencias y empresas del estado[iv],
2] decretando aumentos en la remuneración del trabajador asalariado aunque no sean necesariamente proporcionados a la capacidad de pago del empleador,
3] reduciendo los impuestos directos de la población de menores ingresos.
En cambio, nótese que servicios tradicionales del estado como lo son la administración de justicia -accesible, gratis y expedita- y la protección de vidas y haciendas de los particulares -contra el crimen común y contra los abusos de poder público- con frecuencia carecen de prioridad para estos gobiernos populistas.

a. Financiación del gasto social

El gasto social se financia de varias maneras:
1)   Transferencia de fondos dentro del presupuesto gubernamental (ej., transferencia al presupuesto de gastos sociales de los fondos destinados a inversión y capitalización del estado),

2)   Aumento de impuestos indirectos (ej., impuestos al consumo o de valor agregado, impuestos a las importaciones de bienes de capital e intermedios, impuestos a transacciones comerciales o bancarias), que afectan desproporcionadamente a las clases inferiores,

3)   Aumento de impuestos directos a las clases altas (ej., tasas impositivas más altas para ingresos altos, ganancias de capital y herencias, impuestos a la importación de bienes suntuarios),

4)   Incremento de la deuda pública,

5)   Impresión de papel moneda,

6)   Control de precios a productos de primera necesidad,

7)   Expropiación de bienes y empresas,

8)   Descapitalización de empresas rentables del estado (ej., la transferencia de fondos de inversión de empresas petroleras oficiales al presupuesto de gastos del gobierno).

b. Populismos y costos del gasto social

Recordemos la diferencia entre populismo distributivo y populismo acumulativo. De ella hablamos en el capítulo I.  Observemos ahora cómo manejan ambos modelos los gastos sociales:
1)   El populismo distributivo transfiere recursos del estado y la sociedad a las clases inferiores a través del gasto social. Los costos de esa transferencia con frecuencia están ausentes del discurso oficial, como es costumbre entre los gobiernos de ocultar o minimizar la información que pueda reflejar desfavorablemente en su desempeño o debilitar el respaldo de las masas[v].

Este ocultamiento permite a los simpatizantes y a los beneficiarios de sus programas anticipar mejoras sostenidas en las condiciones de vida de las clases inferiores independientemente de que sean viables o no. Solo ocasionalmente un líder de coraje informa al pueblo las dificultades reales del momento[vi].

2)   El populismo distributivo no necesariamente elimina la corrupción que venía de antes[vii]; al contrario, al profundizar la intervención del gobierno en la economía para financiar el gasto social surgen incentivos perversos para el enriquecimiento indebido de funcionarios públicos, sus familiares y los particulares que les colaboran.

Este riesgo manifiesto es parte de una debilidad política de muchos movimientos populistas: llegan al poder en una oleada súbita de insatisfacción popular pero, no pocas veces, carecen de un equipo de gobierno entrenado científica, ideológica y moralmente para gerenciar el estado[viii].

 De tal manera que lo probable es que repitan los errores del régimen que reemplazaron. En tales casos, la lucha contra la posible corrupción depende de la integridad personal de los líderes.

De ahí que haya ganado tanta importancia la obra que produjo Antonio Gramsci[ix] durante su estadía en las cárceles fascistas. Enfatiza él la hegemonía que debe ejercer el movimiento o el partido de avanzada, esto es, la dirección política, económica e intelectual que debe estar establecida sobre los subalternos antes de la conquista del poder, del gobierno o del estado, según sea el caso.

3)   El populismo acumulativo enfatiza la seguridad de los ciudadanos frente al crimen común pero no siempre frente a los abusos de los empleados del estado. La experiencia de los gobiernos de Alberto Fujimori en el Perú y de Álvaro Uribe en Colombia, por ejemplo, es suficiente para ilustrar las deficiencias de este modelo de seguridad ciudadana.

4)   El populismo acumulativo utiliza los mismos mecanismos de financiación que usa el populismo distributivo pero en este caso para transferir recursos del estado y la sociedad a la clase alta.

5)   La privatización de empresas y agencias de propiedad del estado es un recurso favorito de financiación del populismo acumulativo; sus practicantes y promotores invocan como justificación la supuesta ineficiencia con que son administradas[x].

6)   Algunos gobiernos de derecha hacen gastos sociales similares a los de gobiernos populistas. Pero la diferencia radica en que casi siempre esos programas están diseñados para:
[1] Beneficiar tanto a pobres como a ricos,
[2] dar a las clases inferiores la impresión de que el gobierno respeta sus intereses,
[3] reducir las tensiones sociales causadas por la acumulación de poder, riqueza e ingresos en pocas manos, y
[4] reducir el rechazo popular que deberían despertar las políticas de transferencia masiva de recursos públicos y privados a la clase alta[xi].

3. Límites a la redistribución de la riqueza social

Cuando hablamos de que una sociedad puede hacer cambios en la manera de distribuir la riqueza no podemos asumir que todo el sistema de producción y acumulación de riqueza es maleable y sujeto a la voluntad de un caudillo, un movimiento, un partido o un gobierno.
Como hemos visto, las mejoras en las condiciones de vida de la población tienen un costo y unos límites discernibles. De manera que si el liderazgo individual y colectivo de un país desea que las mejoras sean duraderas, sostenibles y crecientes tiene que asegurar siempre que las fuentes de financiación son las adecuadas para cubrir ese costo a medida que ocurre.
Lo anterior quiere decir que las actividades económicas de la sociedad tienen que generar riqueza suficiente para pagar los programas sociales que ejecuta su gobierno. Es una ley de hierro de la economía política de todos conocida.
Cuando los recursos disponibles son insuficientes para sostener los programas sociales se generan bloqueos en los procesos de producción y distribución, desaparecen las industrias, quiebran las empresas, se eliminan  fuentes de riqueza y empleo.
Todo lo cual pone en riesgo el bienestar de las clases bajas que no tienen otra manera de responder al incumplimiento de las promesas del gobierno y al deterioro de las condiciones de vida que los saqueos, las rebeliones, los paros, y, en últimas, las revueltas y revoluciones. O, cuando tienen la oportunidad de ejercerlo, el voto por políticos populistas de derecha.

a. La escasez de recursos

Las actividades económicas de un país –y su capacidad de beneficiar a las clases bajas- están constreñidas de manera muy rígida por la escasez de recursos, que aplica tanto al capitalismo como al socialismo.
Desde el punto de vista técnico es una cuestión de contabilidad que se manifiesta de dos maneras:
1) En primer lugar, [a] las existencias de recursos y energía no renovables son limitadas, [b] los recursos existentes no son explotables en su totalidad con la tecnología disponible o a corto plazo, o no tienen mercado, o su explotación perjudicaría asentamientos humanos adyacentes, o se haría daño al medio ambiente y [c] la capacidad productiva de la población está limitada por sus conocimientos y habilidades, y
2) Hay un balance entre gastos sociales, ingresos del estado y riqueza acumulada de la sociedad que los gobiernos pueden violar solo por un cierto margen. Pasado ese margen el estado entra en bancarrota, la economía no genera la riqueza necesaria para sostener el gasto social, la población deja de ser industriosa y dedica su ingenio a sobrevivir[xii].
Uno de los efectos anticipados del gasto social es la producción de mayor riqueza. Mejoras en la alimentación, la educación, la salubridad y la salud ayudan a que la población sea más productiva. Pero este resultado ocurre a la larga. Mientras tanto los gobernantes prudentes se aseguran de que tienen con qué sostener estos gastos hasta cuando comiencen a generar beneficios.

b. La planeación del gasto social

Depende de la prudencia y conocimiento del legislador y el gobernante decidir cuándo y hasta dónde se pueden forzar lo procesos económicos para mantener un ritmo específico de gastos sociales. Los planes formales de desarrollo, con su formulación de prioridades y sus cálculos de gastos y recursos, ayudan a hacer claridad sobre el potencial de la economía para sostener los programas de bienestar social, infraestructura y financiación de servicios públicos del estado.
Algunos programas pueden dinamizar el proceso productivo y diversificarlo, estimular la energía creativa de la población, generar empleo, mejorar las condiciones de vida de las clases bajas, consolidar los avances de la clase media.

Pero los efectos pueden ser los opuestos, pues siempre existe la posibilidad de que los programas sociales tengan resultados impredecibles y desfavorables.
Cuando la planificación se hace con participación de la población se convierte en un mecanismo educativo en la medida en que los gobernantes tienen que explicar sus decisiones y los contribuyentes aprenden las limitaciones a que está sujeta la acción del estado.

4. Lo esperado y lo inesperado en planes y programas

Los planificadores de gastos sociales tienen muchas dificultades en su trabajo. Dos de ellas merecen atención especial en este capítulo: la falacia de los planes omniscientes y omnipotentes y el azar o la suerte.

a. La falacia de los planes

El psicólogo y economista Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel por su crítica demoledora del modelo del agente económico racional, hace un resumen de los estudios existentes sobre este particular.
Recomiendo al lector curioso acercarse a su libro Pensar rápido, pensar despacio[xiii] (Thinking, fast and slow, en el original inglés) para profundizar los aspectos técnicos del tema.

Dice Kahneman:
“He usado el término falacia de los planes para referirme a proyectos y pronósticos que de manera poco real se aproximan al mejor escenario posible y que podrían mejorarse si se consultaran las estadísticas de casos similares. […]
“Los ejecutivos caen fácilmente en la falacia de los planes cuando anticipan los resultados de proyectos arriesgados. Bajo su influencia toman decisiones basados en un optimismo delirante en lugar de sopesar ganancias, pérdidas y probabilidades. Sobreestiman los beneficios y subestiman los costos. Inventan escenarios de éxito e ignoran la posibilidad de equivocarse o cometer errores en los cálculos.
“En consecuencia, se empeñan en iniciativas que probablemente no se van a cumplir dentro del presupuesto o a tiempo, o no van a dar los resultados esperados, o ni siquiera se van a completar”.
Los comentarios de Kahneman van dirigidos a la iniciativa privada. Pero uno puede ver su aplicación a los planes y políticas a mediano y largo plazo de gobiernos y agencias internacionales de desarrollo.
A la vista están los planes que se quedaron en el papel, las construcciones incompletas, las obras de infraestructura abandonadas por inútiles o redundantes, los planes de bienestar social incumplidos por falta de personal idóneo o ausencia de voluntad ejecutora.
Los planes nacionales de desarrollo –incluyendo los de gasto social- son importantes porque establecen un marco de referencia para organizar recursos y coordinar decisiones alrededor de un propósito común[xiv]. Pero al mismo tiempo tienen un potencial de error en los cálculos que rara vez se menciona.
Como la economía no es ni será una ciencia exacta –a pesar del querer de algunos de mis colegas economistas-, sino un saber social, que nunca es equiparable a las denominadas ciencias naturales, esos planes tienen un elemento de esperanza y buena voluntad de sus diseñadores, de conjetura sobre los recursos y tiempos de ejecución, de especulación en sus premisas.


b. El azar y los planes

La mayoría de la gente, experta o no, prefiere eliminar la suerte, el acaso o el azar del estudio de los eventos sociales y de las biografías de los famosos[xv]. Todos preferimos historias causales, con dirección y propósito, que reflejen un mundo bajo control humano.
La intervención de la suerte nos hace sentir impotentes y confusos, pues se debilita la historia direccional a que nos hemos acostumbrado en nuestras vidas y profesiones. La suerte, sin embargo, es lo que hace impredecible el futuro con exactitud.
Por eso, hay eventos que favorecen la ejecución de los planes de desarrollo e inversión social aunque no los podemos anticipar completamente. Por ejemplo, varios años de buen tiempo para las cosechas y la construcción de infraestructuras, lluvias generosas en las cabeceras de los ríos que surten de agua potable a las ciudades, periodos de paz doméstica e internacional – que favorecen el comercio-, o las guerras ajenas que aumentan la demanda por productos de exportación. También lo es una racha de ingenio y creatividad en la población trabajadora.
Al contrario, una catástrofe natural, una epidemia humana o pecuaria, la muerte inoportuna de un líder, la aparición inesperada de una idea o un movimiento que debilite el statu quo, la volatilidad de la opinión pública, la inconstancia de amigos y aliados de un país o de un gobernante, por ejemplo, pueden dar al traste con los mejores planes.
Al final, los planes deben acompañarse de la oración sefardí: Dio, dame un grano de mazal y eshame en las fundinas de la mar[xvi].



[i] Teóricamente esta ha sido la forma de procurar con el esfuerzo colectivo un excedente de producción que permita mantener por periodos más o menos largos un determinado orden de existencia humana.

[ii] Las economías nacional e internacionalmente integradas necesitan una demanda sostenida de bienes y servicios para mantener activos a los productores de los mismos. El consumismo y la obsolescencia planeada son maneras de sostener e incrementar la demanda y la oferta en los mercados capitalistas contemporáneos que enfatizan la maximización de ganancias de la empresa.
[iii] Financial flows and tax havens: Combining to limit the lives of billions of people: http://www.gfintegrity.org/report/financial-flows-and-tax-havens-combining-to-limit-the-lives-of-billions-of-people/

[iv] El aumento de empleados oficiales (que en ocasiones llega a niveles de sobreempleo o contratación innecesaria) cumple varias funciones: engancha personal para administrar los nuevos programas de bienestar social, reduce los índices generales de desempleo, premia a los activistas que ayudaron a ganar las elecciones, crea un bloque de simpatizantes confiables de los gobernantes. Los gobiernos clientelistas de derecha  hacen lo mismo con fines similares.

[v] Este ocultamiento de información ocurre a diario, en grande y en pequeño. El gobierno soviético suprimió toda referencia en los medios a la hambruna de Ucrania y al costo humano de la segunda guerra mundial mientras ocurría, el de la China declaró secreto de estado todo dato económico, el de la Argentina bajo Cristina Kirchener dejó de recoger estadísticas sobre amplias áreas de la economía y convirtió en delito la estimación privada del costo de vida. 

Varios gobiernos ponen límites a la circulación de información sobre corrupción o incompetencia oficial en los medios sociales. Sucesivos gobiernos colombianos establecieron censura formal de prensa de 1949 a 1957. El gobierno estadounidense ha sido más transparente que muchos bajo una política de publicar la información sin divulgarla, confiando en que ni los medios ni las masas tienen interés en profundizar su conocimiento; así sucede con los costos de sus guerras y con los costos y beneficios de sus políticas y regulaciones económicas, por ejemplo.
[vi] En mayo de 1940, principiando la guerra mundial, Churchill le informó a los británicos: “Solo tengo sangre, trabajo, lágrimas y sudor que ofrecer. Estamos frente a un reto inmenso. Se avecinan muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento” [https://www.winstonchurchill.org/resources/speeches/1940-the-finest-hour/blood-toil-tears-sweat/].  Cuando se disolvió la Unión Soviética en 1991 Fidel Castro explicó al pueblo cubano la serie crisis económica a que lo exponía el desaparecimiento de la ayuda soviética y la necesidad de imponer un régimen de racionamiento; aún así usó el eufemismo “periodo especial” para referirse a las dificultades del momento.
[vii] Como he explicado en un capítulo anterior el populismo distributivo es con frecuencia producto de insatisfacciones populares válidas con respecto a la competencia y honestidad de la clase dirigente pre-existente.
[viii] Cuando analicemos las instituciones políticas de un régimen socialista hablaremos de la formación de partidos y equipos de mando que estén preparados para dirigir el estado con competencia y ética.
[x] El tema de la ineficiencia de las empresas oficiales es muy complejo. Existen en muchos países empresas estatales con excelente desempeño técnico y financiero. Existen también las que se convierten en una carga financiera para el estado aunque tengan un potencial comercial óptimo no realizado por incompetencia de sus administradores, sobrecostos en sus operaciones o sobreempleo. Generalmente son las primeras las que se privatizan, con frecuencia a precios inferiores a los de su valor en el mercado.
[xi] Un ejemplo de esta situación lo dan los subsidios a la producción agrícola de los últimos dos gobiernos colombianos (Uribe: 2002-2010, Santos: 2010-2018) que teóricamente beneficiarían a agricultores medianos y pequeños pero que realmente han favorecido a latifundistas y empresas agro-industriales.
[xii] La historia está llena de ejemplos de esta situación. La imposibilidad de sostener al mismo tiempo la carrera armamentista, subsidiar las empresas estatales ineficientes y sostener la calidad de vida de sus ciudadanos a un mínimo fue uno de los factores que ayudaron al colapso de la Unión Soviética. La reforma agraria de Zimbabue era necesaria para redistribuir la propiedad rural pero su ejecución causó el colapso de la producción agropecuaria y la acumulación de tierras en manos de los validos presidenciales. 

El control de precios en Venezuela, ideado tanto para mantener la capacidad de consumo de las masas como para castigar lo que se veía como falta de colaboración de los empresarios privados con los proyectos gubernamentales, ha producido escasez de productos de primera necesidad y disminución de la producción agropecuaria; al mismo tiempo, el pago de la deuda externa y el control de la producción petrolera por personal leal al gobierno pero técnicamente incompetente han reducido los fondos disponibles para sostener el gasto social.
[xiv] Los planes quinquenales de la Unión Soviética sirven de ejemplo sobre sus beneficios y riesgos. Esos planes coordinaron los recursos para industrializar el país y desarrollar su arsenal nuclear. El sobrecosto humano fue incalculable. Y generaron una cultura de falsedad estadística para reportar el cumplimiento de metas y de abuso de poder por parte de los funcionarios del estado y del partido encargados de hacer cumplir las cuotas de producción.
[xv] Charles de Gaulle, Fidel Castro y Yasser Arafat escaparon a atentados contra sus vidas por pura suerte.
[xvi] Dios, dame un poquito de suerte y échame al fondo del mar.



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