lunes, 2 de julio de 2018


CON AMLO PRESIDENTE, AMÉRICA LATINA MARCHA MÁS ALLÁ DEL PROGRESISMO.

miguel angel herrera zgaib
Profesor asociado, C.política, Unal
Director grupo Presidencialismo y Participación
Presidente de la IGS-Colombia

Todas las encuestas vaticinaron que mañana el ganador absoluto de la elección presidencial sería Andrés Manuel López Obrador, un politólogo de la UNAM, exalcalde de Ciudad de México, quien triunfó en el tercer "terco" intento por hacer a un lado al bipartidismo nacido de la revolución mexicana de 1910-1917.

Este bipartidismo cumplió más de 80 años de gobernar, de estar en el poder en México. Empezó con el partido de la revolución que cambió varias veces de nombre, y su oponente histórico, el PAN. Para mantenerse, el PRI incurrió en el fraude, cuando menos desde 1988. Repetía así la causa de la primera gran revolución del siglo XX, cuando Porfirio Díaz, el dictador sempiterno le robó la elección al candidato Francisco I. Madero.

Aquella vez, en 1988, el PRI arrebató a Cuauhtemoc Cárdenas la presidencia, el vástago del último general revolucionario, Lázaro Cárdenas. Después vinieron otros fraudes, contra Amlo, que la primera vez enfrentó a Felipe Calderón, candidato del PAN, en el año 2006, “elegido” con una ventaja de 243.934 votos. Andrés Manuel montó carpas en el Zócalo en protesta, y empezó así a construir el movimiento que con Morena lo llevó a la presidencia.

Después del primer fraude

El partido de Cuauhtemoc, el PRD, se fue desdibujando y deteriorando, aunque llegó a gobernar Ciudad de México. Allí fue carcomido por la corrupción, luego de la alcaldía de AMLO. Desaforado y destituido acusado de autorizar un negocio sin requisitos de ley, en 2005. Fue entonces cuando se presentó como candidato a presidente por la primera vez bajo la divisa del PRD.

Del PRD se desprendió Andrés Manuel, el prísta rebelde, tabasqueño, cuando perdió por segunda vez, esta vez contra el prísta Peña Nieto. Con todo, él fue ganando presencia e influencia defendiendo siempre la causa de los subalternos.

No le fue suficiente a Andrés Manuel salir del PRD, después de haber dejado el PRI, sino que se dispuso a crear una nueva organización, con militantes y dirigentes venidos de diferentes corrientes y tendencias. Para darle, así, norte ideológico, en pluralidad, y permanencia a su disputa por la presidencia de México.

Bajo fórmulas asamblearias, que en parte, aprendieron de la experiencia zapatista del EZLN, se le dio entidad partidista a MORENA, al movimiento de la regeneración nacional, una sigla que recupera la historia de la lucha proletaria subalterna, Fue una lucha paralela con la revolución mexicana, del liberalismo anarquista de los hermanos Flores Magón. Ellos publicaban Regeneración, fuente de debates y orientaciones revolucionarias,

La singularidad de MORENA

Conversando con el profesor investigador, Luciano Concheiro, un militante comunista, de la dirección de Morena desde su fundación, me comentó cómo, la caracterización de la nueva organización, la resolvió una joven militante de base, asistente a la asamblea fundacional.

Había una tensa discusión entre dos tendencias, casi sectarias, las que hablaban de partido, y la que se inclinaban por movimiento como forma organizativa para Morena. El fiel de la balanza para zanjar esta diferencia era Andrés Manuel López Obrador, pero renunció a serlo, así que consultó a la audiencia.

La voz de la joven zanjó la discusión: propuso llamarlo partido movimiento, y todos quedaron persuadidos. Dicho lo cual, este es el doble carácter de la agrupación que con López Obrador, en la tercera oportunidad, aparece como ganadora casi indiscutible mañana, cuando acuden a las urnas más de 89 millones de mexicanos.

Una mirada a las encuestas

Una firma consultora, Mitofsky de Televisa, dirigida por Roy Campos, para nada afecta a MORENA, cuya encuesta reprodujo El Tiempo, indicaba que, sobre una base de 1.000 encuestados, AMLO tenía el 48,1% de favorabilidad.

Lo seguían Ricardo Anaya (PAN), abogado de 39 años, con 25,1%; era el candidato de la reacción neoliberal; y el tercero, José Antonio Meade, un economista y abogado, con una amplia trayectoria burocrática, titular en tres secretarías, ocupó al fin de cuentas el tercer lugar. Era el aspirante presidencial del PRI, con el 22,5% de favorabilidad.

El cuarto lugar lo ocupaba El Bronco, Jaime Rodríguez Calderón, un candidato "palero", como dicen en México, con la expectativa de explotar el sentido común tradicional, para restarle subalternos al voto por Amlo y Morena, pero esta estrategia fracasó. El falsete político de Chente Fernández, se quedó para cantar rancheras en Nuevo León, y soñar con cortar manos a los ladrones.

Una caracterización necesaria

Los rivales definen a López Obrador como izquierdista, pero, la verdad sea dicha, él no lo es. Tampoco es un progresista, mucho menos un socialista del siglo XXI. Pero, sí un nacionalista popular, de una tendencia liberal socializante, que quizás explique el porqué su movimiento recupera la expresión Regeneración de hace más de un siglo.

Fue ésta una publicación del liberalismo radical, casi anarquista, mexicano de comienzos del siglo pasado. Este híbrido ideológico aproxima a Morena, comparándolo con la historia política colombiana, al último programa de Jorge Eliécer Gaitán, el abogado autor de "Las Ideas Socialistas en Colombia", cuando ganó las elecciones de mitaca en 1947. Gaitán se preparaba para disputar la presidencia por segunda vez, pero murió asesinado al año siguiente.

Uno y otro dirigentes, López Obrador y Gaitán, corresponden a la expresión política de sociedades abigarradas, heterogéneas, como lo son todavía, las de América Latina.

Abigarrada es la expresión que empleaba el sociólogo boliviano René Zavaleta, para caracterizar a la sociedad boliviana desde los años 50. Es la definición que recuperó el actual vicepresidente Álvaro García Linera para pensar la transición que orienta Evo Morales, hablar del estado ampliado y la razón de ser del que llama "capitalismo andino" que dirige la burguesía Aymara.

¿Quién ganará la disputa hegemónica?

"México es un país libre y soberano, y nunca será piñata de ningún gobierno extranjero." Palabras de Andrés Manuel López Obrador.

Andrés Manuel y su dirigencia plural han mostrado la habilidad y el músculo político, que apoyados en su carisma, y filiación popular, además del antecedente del gobierno social de la capital mexicana, lo colocan hoy en la presidencia de la segunda economía de América Latina.

Esta disputa por la hegemonía, primero, en la sociedad política, la tradujo con la organización Morena, en articular todas las fuerzas subalternas, urbanas y rurales, a lo largo y ancho de la república, con la promesa de combatir la corrupción, la inseguridad, y recuperar el desarrollo social de México.

Con una renegociación del TLC, y una redirección del modelo extractivista y especulativo que tuvo como capitán visible al potentado Carlos Slim. Ahora, AMLO gana haciendo pareja con un nuevo capitán de industria, Alfonso Moro Garza, el sobrino nieto del legendario presidente burlado, Francisco I. Madero, autor del Plan de San Luis de Potosí.

Tal fue el paso más definitivo, su aproximación con un sector clave del empresariado mexicano; su conversación con Alfonso Moro, hoy coordinador general del proyecto de nación, 2018-2024. Poncho, y los industriales que respaldaron el Frente Ciudadano tendrán su cuota en el nuevo gobierno.

Él es el garante de parte de la burguesía nacionalista, de la unidad de pobres y pequeña burguesía, deprimidas y orilladas, con una parte del capital financiero y agroindustrial del norte de México, que toma distancia del gigante del Norte, y abre al país al capitalismo global.

Los campesinos, indígenas y la población de las grandes ciudades, los más perjudicados por el TLC, celebraron la victoria de AMLO como propia, llenando una vez más el Zócalo. Es decir, 67 millones de pobres, alineados con el programa del tabasqueño.

Él tiene especial empatía con todos, y sus luchas. Para los más golpeados, él ha ofrecido, cuando sea presidente en funciones, precios de garantía, para reanimar su vida y economías locales. Le llegó la hora, puesto que Morena después de la elección punteará en todo.

A sacar el buey de la barranca

"Su estigma (el de Amlo) es más de luchador social, que no tiene que ver con la guerrilla." Roy Campos, director de la encuestadora Mitofsky.

El plan económico y social que une a grupos y clases subalternas, con parte considerable del empresariado nacionalista mexicano, tiene que sacar al país de la pobre productividad del 2.0 %.

La expectativa es alcanzar en el corto plazo el 3.5 %. Poncho y Amlo alinearon, con comprobable éxito, persuadiendo al 80% del empresariado en un Frente con el proyecto de Morena. Y los mercados, el lunes 2 de julio han respondido bien, a la confianza interclasista sellada con el triunfo de Ándres Manuel.

Es el resultado, dice el empresario Alfonso Romo Garza, de la elaboración de un plan trabajado por más de 9 meses. Discutido y aprobado en la reunión del Auditorio Nacional, entre 100 empresarios, y 90 militantes de Morena. Entre ellos constituyeron el Frente Ciudadano, y ganaron las elecciones del 1o. de julio, para avanzar enseguida en la recuperación de México.

El resultado del TLC con Canadá y Estados Unidos no mejoró la vida de los pobres y los trabajadores mexicanos, por lo que será renegociado con Trump. Millones han seguido la ruta hacia el norte, en busca de una vida mejor, y ambos presidentes les interesa transformar la sobrevivencia económica y social de sus connacionales.

Porque la debacle neoliberal impulsó la emigración mexicana y centroamericana, hasta alcanzar una población de mexicanos superior a los 15 millones con asiento en los estados colindantes con el río Grande. Los pobres han avanzado oleadas sucesivas hacia el este y el centro de la república federal americana. Estos ilegales transhumantes se “refugian” en las ciudades santuario como Los Angeles, San Francisco, Nueva York, o Chicago.

López Obrador, proclamado presidente, tendrá que entrar a tratar con su rival fronterizo, Donald Trump, quien ayer mismo llamó a felicitarlo. Es el colofón que termina con el muro, que pretendía impedir el éxodo de mexicanos y pobres de toda Latinoamérica y el mundo hacia la egoísta metrópoli imperial.

Antes, el güero tuvo que suspender la separación brutal de los niños de sus padres, cuando juntos traspasaban la frontera que los ponen en contacto con el sueño americano, arriesgando su vida enfrentados al desierto y a los vigilantes dispuestos a cazarlos como a liebres de la pradera.

Con este triunfo

Se romperá el cuadrilátero de hierro neoliberal, que en la política regional conforman Chile, Perú, México y Colombia, gobiernos aliados de la república imperial estadounidense.

La expectativa del nuevo presidente abre también un compás de espera que enfrenta la pretensión de romper el proyecto alternativo de organización continental del presidente Chávez en su momento de ascenso y protagonismo internacional.

Es el tiempo de renegociar los TLC con Norteamérica, y de repotenciar los proyectos Unasur y Celac, cuyo desmonte pregonan desde la OEA, Luis Almagro e Iván Duque, el presidente de Colombia recién electo, quienes tienen a la república bolivariana de Venezuela entre ceja y ceja. Aprovechan tanto los errores de política como la destorcida del modelo extractivista minero energético, que le ha tocado enfrentar el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Sin embargo, la elección presidencial es mañana, y lo demás son conjeturas, que tienen que ser ratificadas en las urnas. A partir del 1o. de julio, América Latina no será la misma. La mirada hacia el norte tendrá como referente otra luminaria.

El triunfo futbolero mexicano, con la dirección del colombiano Juan Carlos Osorio, será un grato antecedente de una asociación que ayude en lo político a rectificar el rumbo del triunfo coaligado de la reacción y la derecha de Colombia, cuyos ademanes preliminares han sido los de querer patear el tablero de la paz.

La relación con el México de Morena permitirá que la democracia colombiana equilibre el falso triunfalismo del bloque de la guerra y el neoliberalismo hirsuto.

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