EN CONVERSA CON DUNCAN
BARAJANDO NOMBRES, POSICIONES Y ENFOQUES.
miguel angel herrera zgaib, ph.D.
Grupo PyP, IGS-Colombia, SGALG
Gustavo Duncan, columnista de El Tiempo, quien se hiciera famoso con su libro Los señores de la guerra, ahora hace conjeturas electorales. Él tiene en sus ancestros más cercanos al padre, uno de los fundadores del MOir, en Cartagena.
Hoy, nuestro analista, cuyo texto comparte el investigador de la U. Rosario, Oscar Delgado, comparte sus cabañuelas, en tiempos de luna llena, sin mostrar sus preferencias.
Por sus escritos, pasados y el presente, es claro que él no distingue entre la derecha y la reacción sino que las confunde. Parece que nada le dijera la experiencia actual española, y el desgrane del bloque dominante entre Vox, Ciudadanos y PP.
Parece sentirse cómodo habitando la cómoda pero cada vez más poblada parcela del centro, donde la pequeña burguesía hace sus pinitos políticos en el país más feliz de la tierra.
Él quiere por lo pronto agitar el sonajero en la alianza Costa/Antioquia, donde se juntan los barones Uribe, Vargas, con el pegamento de la Casa Char y su delfín, con el embeleco de la "transformación" de Barranquilla, donde el vástasgo de la casa Petro/Colombia Humana obtuvo 200.000 votos, en breve tiempo.
Consultemos con un poco de más calma el Almanaque Bristol del sentido común, y no confundamos, como, por ejemplo, se estilo en el primer trabajo de Duncan, que confundió "peras con manzanas", hablando entonces de "señores de la guerra". Confundiendo en parte, una matriz analítica que arranca, cuando menos, de "la república señorial" que caracterizó Antonio García, después del magnicidio de Gaitán, que inauguró esta estrategia practicada por la reacción a diestra y siniestra, en la década de los 80.
Como tampoco se pueden confundir régimen y estado, como lo hizo de modo equivocado, en su obra, el colega Duncan. Puede ser útil al respecto las notas que sobre el Risorgimento escribiera Gramsci en la cárcel.
La derecha al 2022
Enero 24, 2020 - 11:55 p. m. Por: Gustavo Duncan
La baja popularidad de Duque y la caída en la imagen favorable de Uribe han dado a muchos a pensar que las elecciones presidenciales de 2022 se van a jugar entre sectores de centro e izquierda. En concreto, entre moderados como Fajardo y radicales como Petro, por solo mencionar las figuras más visibles de ese lado del espectro.
Sin embargo, las dinámicas de la política son más complejas que la simple aritmética de los sondeos de popularidad de una coyuntura específica. Coaliciones inesperadas, acontecimientos de última hora, nuevas propuestas que toquen las emociones de la sociedad, etc., hacen que sea muy complicado hacer predicciones en un horizonte todavía muy lejano. En año y medio, de aquí a que comience la campaña, muchas cosas pueden pasar.
No puede entonces descartarse de plano que la derecha pueda volver a ganar las elecciones. La pregunta es con quién podría hacerlo y si necesariamente quien podría hacerlo debe provenir de las entrañas del uribismo. Las pugnas internas en el Centro Democrático demuestran al menos que al interior del partido hay enormes expectativas de reemplazar a Duque en el Palacio de Nariño. Así lo revelan las grabaciones a Pacho Santos y Claudia Blum en Washington. La lucha por tener el aval de Uribe es a codazo limpio.
Pacho Santos, Holmes Trujillo, Paloma Valencia, Marta Lucía Ramírez, Rafael Nieto y demás, saben que sus opciones como figuras públicas, por fuera del impulso de Uribe, son bastante limitadas. Pero si se pueden apalancar en él la pelea es a otro precio. O al menos, como lo demuestran los precedentes, tienen un chance real de ganar.
Ya en circunstancias adversas en el pasado, Uribe ha logrado sobreponerse en las urnas. En 2002 cuando comenzó la campaña su reconocimiento apenas llegaba al 5%, luego barrió en la primera vuelta. Más recientemente, logró ganar el plebiscito, contra un gobierno haciendo campaña con los medios del Estado, y elegir a Duque a pesar de no tener mayor pasado que lo respaldara.
El problema es que si Duque no es capaz de enderezar el rumbo, al uribismo por sí solo podría no alcanzarle. Allí podrían entrar otras figuras que tengan vuelo propio, no arrastren los aspectos negativos del uribismo y ofrezcan un proyecto menos radical y polarizador. Figuras como Alex Char y Federico Gutiérrez encarnan ese perfil.
Más allá de si su gestión fue realmente positiva o no desde una perspectiva técnica, ambos salieron de sus alcaldías con una favorabilidad por las nubes. Tienen buenas relaciones con Uribe y muchos sectores del Centro Democrático pero no le deben nada de su carrera política. Por eso pueden desmarcarse de las chuzadas, la parapolítica, el despojo de tierras, los falsos positivos y las posiciones extremistas en temas sensibles para los jóvenes como el feminismo, la homofobia, la criminalización de la dosis mínima, entre otros.
De hecho, a pesar de que necesitan un cargo nacional para proyectar su imagen en espacios más amplios al regional, han dudado en negociar con Duque algún ministerio. Al parecer no quieren contaminarse de su pobre tasa de popularidad.
La gran ironía es que a quien más le interesa que un candidato de la derecha despegue es a Petro. Sabe que sus posibilidades contra un candidato de centro-izquierda que no genere tanto rechazo en la derecha, y concentre un mayor espectro ideológico de votos, lo derrotaría a la fija en una segunda vuelta.
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